Hoy os invito a vivir una experiencia real, real por ser cierta, real por situarse frente al Palacio Real de Aranjuez y real por ser digna de reyes. Hoy estoy en Carême, el restaurante del chef Jesús del Cerro. Tengo que ser sincero y decir que esta experiencia la viví en el mes de enero de este año y por avatares del destino perdí las fotos momentáneamente, hoy las recupero y con ellas la memoria de una experiencia digna de ser vivida y contada.
Un día, que bien pudiera ser hoy, el Príncipe de Tayllerand invitaba al Zar Alejandro a una cena de gala en su honor. Al acabar el agape, el anfitrión, cumpliendo el deseo de tan ilustre invitado, le presentó al joven Marie-Antonin Carême como responsable de sus cocinas con el siguiente epígrafe, “Alteza, la cocina”, sin llegar ambos a imaginar que el joven cocinero regiría poco después los destinos gastronómicos del Zar. Más de 200 años después la familia del Restaurante Carême prefiere utilizar otra frase “Señores, la cocina”
La primera sensación es la de una amabilidad exquisita desde el primer minuto, atención sincera que te invita a disfrutar de lo que más tarde vendrá.
Tomamos asiento y lo primero en llegar en una exquisita y generosa brandada de bacalao acompañada de pan tostado, buena compañera para mi vino, ambos me dan una entrada inmejorable.
Una sugerente carta me invita inexorablemente a perderme en un plato compuesto por dos materias primas de lujo muy de mi gusto, serán para empezar unas “Alcachofas Glaseadas con Yemas de Erizo” genial preparación del chef que demuestra con este plato una exquisita formación clásica y por otra muy buen gusto a la hora de seleccionar combinaciones de productos radicalmente distintos.
El segundo plato me apetece tanto como el primero y os aseguro que os será difícil elegir un solo plato, las propuestas son muy interesantes. Mi elección en un “Darné de Rodaballo Salvaje asado con compota de tomate” y es una decisión muy acertada. Una delicia de rodaballo que muestra su origen del suelo de mar abierto, una carne tersa y suave donde la gelatina de los bordes espinados descubre todo su sabor, carne con sabor a mar acompañada de una delicada compota de tomate que acompaña y enriquece.
El momento más dulce llegará con mi última elección, un “Biscuit de Higos con Salsa de Nueces”, también exquisita fusión de sabores que combinan de forma genial bajo la atractiva apariencia de un biscuit de perfecta factura, nuevamente sabiduría y conocimiento en los fogones y también en la repostería. Acompañado de un globo de caramelo.
Tendré tiempo antes de mi partida de saludar al chef Jesús del Cerro que me cuenta detalles de su trayectoria en los últimos años, de su negocio, la cocina y el turismo gastronómico de Aranjuez y quedamos emplazados para preparar un interesante maridaje que pronto os relataré, pero eso será otro día y otro post en mi blog.
Contemplando el esplendor de los jardines del Palacio de Aranjuez me despido de este Real sitio cargado de historia y de belleza, ha sido una experiencia digna de reyes y como tal me siento a mi salida de Carême donde pienso regresar muy pronto ¡gracias Jesús por una cocina real!
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