Me reconozco un adicto a Edulis, su situación privilegiada, sus dos espacios totalmente diferenciados como el día y la noche, su espectacular comida y el buen trabajo de Alfonso y Victor, sus dos jóvenes chefs, hacen de este restaurante un lugar al que siempre quieres regresar.
Acompañado de tres expertos y productores de un gran vino me dispongo a disfrutar de una de las memorables comidas de Edulis.
La carta de Edulis cambia con los productos de temporada y siempre es agradable ver la evolución de temporada a temporada.
"Croquetas Edulis", "Alcachofas salteadas con berberechos" y "Flor de calabacín en tempura rellena de gambas, puerros y queso" han sido nuestras elecciones para comenzar compartiendo. Si bien, todo me ha gustado, la Flor de calabacín me ha parecido espectacular, una sorpresa dentro de otra sorpresa.
Como principal no me he podido resistir a un tartar de bonito fuera de carta. El Wasabi, que tan bien saben utilizar estos dos brillantes cocineros, le confiere al bonito una personalidad coherente pero sorprendente en su marinado.
Si hace unos días os contaba el proyecto de Bodegas Comenge con Granja Cantagrullas hoy vamos a disfrutar en esta comida con su vino. Viajamos virtualmente a los inolvidables paisajes de la Ribera del Duero, concretamente a las laderas de Curiel del Duero y Pesquera, y lo hacemos para descubrir un vino que en nariz se expresa libre y con emoción, nos susurra suavemente el tiempo que ha disfrutado en roble francés (85%) y roble americano (15%), doce meses que le han otorgado un carácter mineral, donde la fruta acaricia nariz y boca. Suave, elegante, y sincero, me emociona. Me alegra que Edulis lo tenga en su interesante bodega ya que forma parte de mi agenda de vinos emocionantes.
Terminamos la comida con su famosa tarta de manzana que pedimos con antelación para que esté preparada sin esperas. Una deliciosa forma de cerrar tan suculenta comida, una vez más Edulis no me ha defraudado. ¡Felicidades Alfonso y Victor, me encanta vuestra evolución!
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