Mientras algunos se afanan en clasificar a los pueblos del mundo por su economía o su capacidad armamentista, yo prefiero escrutar en los rostros de la gente su pasado, presente y futuro, intentar encontrar en el brillo de sus ojos el motivo de su existencia. En este segundo post sobre China os traigo mi experiencia humana con gentes de todas las clases sociales y regiones.
Comienzo con la expresión de la experiencia, del dolor y la paciencia, en los parques de sus grandes ciudades es posible encontrar a estos ancianos que guardan fantásticas historias dignas de ser relatadas.
En los ojos de esta pequeña muñequita china se adivina el cambio es esta sociedad, donde la mujer ha sufrido el rechazo de ser mujer por arcaicas creencias donde el hombre ha sido deseado como hijo para cuidar de sus padres cuando estos lleguen a mayores. Sus rasgados globos oculares muestran la seguridad de un futuro mejor donde el gobierno hace campañas para cambiar estas absurdas creencias.
Meticulosos, detallistas, buscan la perfección en todo lo que hacen y al mundo han demostrado de lo que son capaces. Sus tradiciones, su historia y sus inmensa capacidad de trabajo los han convertido en la primera potencia del mundo.
Las personas mayores son tratadas con respeto e incluso veneración, una característica que el mundo occidental, por desgracia, ha perdido. En su cultura fascinante se entremezclan la modernidad y la experiencia de los adultos, este cóctel es uno de sus grandes secretos.
Las artes como la música, la pintura, la escultura... son parte de su vida y las encontramos en la calles sin problemas. Los rostros de estos artistas que no esperan nada del mañana denotan la tranquilidad de los que no tienen nada que demostrar, de los han conseguido ser felices con su existencia aunque para algunos pueda parecer miserable, es esta otra de las grandes cualidades del pueblo chino.
Bailar en la calle daría vergüenza a muchos occidentales, en el gesto firme de este hombre se percibe la seguridad, no tienen complejos absurdos que les impidan hacer lo que quieren cuando quieren. Aunque esto pudiera parecer imposible de entender en una sociedad comunista, así es. La expresión humana es libre, la otra es otro cantar.
Y aunque algunos se empreñen es querer definir a los chinos como gente triste se equivocan, sus manifestaciones de alegría y felicidad son constantes, hay rostros que no engañan...
Una existencia dedicada al trabajo, así es como vive la mayoría de la población. Una existencia a la que se han acostumbrado y que ahora da envidia a nuestras depauperadas economías occidentales donde el paro devora familias enteras.
Pero también es fácil encontrar rostros siniestros que denotan el engaño, la falsedad o desconocidas intenciones, por suerte son las menos y no nos pararemos a escuchar sus historias, es dialogo muerto.
En contraposición hay tantos rostros interesantes que tienen, seguro, grandes historias detrás. El problema será el idioma ya que la comunicación es muy difícil con una población de campesinos, agricultores y obreros que no pueden expresarse en inglés. A pesar de ello hay rostros que lo dicen todo, únicamente necesitamos un poco de imaginación para entrar en su mundo...
Y si tuviéramos que decidir por los rostros que nos dan una lectura profunda seguro que los surcos de años de vida son los más claros, los mayores en esta tierra tienen tanto que contar...
Los jóvenes son los dueños del futuro de una nación, los guardianes de todo el saber, conocimiento y tradiciones. De ellos depende que la continuación de nuestra raza sea en positivo.
Y en este increíble país de contrates, la modernidad se abre paso a ritmo frenético. Su mira está puesta en occidente, esperemos que no aprendan los errores.
La minorias étnicas son muy llamativas, es evidente su inminente extinción. Los jóvenes viajan a las ciudades y terminan de esa forma con la tradición humana de siglos, la fusión se abre paso a golpes creando nuevas razas y culturas, es la evolución. Los rostros de esta minorías nos hablan de sus regiones de origen, nos hablan de siglos de tradiciones, nos hablan de una apasionante historia escrita en sangre y fuego.
Pero son gente obstinada y luchan por pervivir, queriendo mostrar su tradiciones más ancestrales, orgullosos de su origen y procedencia, en China nadie esconde su verdad y podemos encontrar en todos lados infinidad de grupos raciales, rostros que nos evocan el exotismo.
En algunos casos sus atuendos nos indican una fe ciega en conceptos políticos y sociales como este amable hombre que demuestra su cariño a los tiempos de Mao con la bandera de su país en el corazón.
En contrate los más jóvenes parecen no querer saber nada de aquello que sin duda les queda muy lejos, afortunadamente para ellos, y que parecen conectar más con una estética japonesa de rabiosa modernidad, diferenciándose claramente en las calles la tribus urbanas que componen toda gran ciudad.
Da igual a la tribu que pertenezcan, da igual si sus sueños están puestos en occidente, en todos ellos se adivinan las ganas de vivir y de experimentar el cambio en sus vidas, tomar el rumbo de una nueva sociedad que parece estar guiada a dominar el mundo.
Mientras en los templos otros rostros parecen darnos a entender que esto ya ha pasado antes a lo largo de la historia y que todo regresa de nuevo a su lugar, ellos velarán por las almas de aquellos que se equivocan o que han tomado el camino del mal.
Jóvenes y mayores, todos ellos desnudan sus rostros ante la devoción, ante las tres grandes religiones que dominan el país, y es en este momento cuando los rasgos del ser humano muestran la expresión de búsqueda de lo desconocido, en la conexión con el más allá y con sus seres queridos que han abandonado lo terrenal.
En la tierra algunos toman nota, aunque sea con antiguas formas de escritura, los preceptos y dogmas deben seguir pasando de generación en generación. Las costumbres no deben ser olvidadas, de ello dependen más de 1.300 millones de habitantes que habitan en el país más poblado del mundo.
Y ellos lo saben, algunos rostros nos dejan claro su determinación, su paso firme.
Otros expresan la humildad y las bases más arcaicas del conocimiento, la supervivencia.
En otros rostros es difícil leer cuando han sido privados de algunos de sus rasgos más expresivos, aunque podemos intuir el sufrimiento y la autodeterminación de nuevo de la supervivencia.
De una cosa estoy seguro, es un pueblo difícil de deprimir, con una infinita capacidad de resurgir de las más grandes calamidades y capaz de sonreír ante la adversidad. Os dejo con la sonrisa de un vendedor de boniatos, había aprendido la palabra patata en español que gritaba a todo pulmón y le expliqué que lo que vendía eran realmente boniatos, seguramente fue un día feliz para él, había aprendido algo nuevo...
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